miércoles, noviembre 09, 2005

gusano ebrio


Caminando dormida hacia una puerta gigante, esa como aquellos umbrales escalonados que cruza Emar cuando enloquece en su casa de campo, hablando con las arañas en una tina, viendo si descubre el lenguaje de ocho patas, un viaje desconocido (siempre es desconocido tu viaje), hacia el lugar donde hablas, donde ocultas lo que realmente piensas.

Una máscara es siempre un exceso. Toda la voracidad amarrada en riendas, espuma a la boca del caballo, beso a la boca de la estrella. Ella que no levanta ni un suspiro para justificarse.

Ella que nunca suspira.

El gusano ebrio brota de la pluma a todo segundo. Rompe la oleada visceral que desangra el pensamiento. Allí yo me tiendo:
el papel en la boca, derramado de mi lengua como una gota de circunstancia... allí los ojos llenos de universo y gatos ronroneando, allí el tiempo donde todo envejece sin mirada ni historia, allí donde el sol te silba el ombligo, allí donde el gusano es serpiente, y de noche criatura dulce y malhumorada, allí donde es imposible no mirar, un giro y el invierno marcado latente en todos los hombros y pies que has besado. Allí un pasillo sin final donde te veo en una esquina, huir hacia el centro. Allí...

...que el último beso siempre esta envenenado.