viernes, diciembre 29, 2006

sacapuntas




-alo? Hola, que onda que pasó?
-nada po, aquí estamos, ya se esta recupe…
-aló?, aló? Por la puta madre!!!
El teléfono está malo, se mueve un poquito el cable y la guevá se corta. Mal. Tengo un lápiz en la mano, comienzo a tratar de abrir la caja donde están los cables de conexión. La mierda de caja no se abre y casi me rompo una uña. Después de mucho putear voy a la otra pieza y termino la conversación desde ahí. Vuelvo a mi pieza y veo el lápiz tirado en una esquina. Es azul y se le quebró la punta. No recuerdo que iba a hacer con él pero sí que tenía que afilarlo. Donde esta ahora el puto sacapuntas. sacapuntas. Recorro la pieza con los ojos. Recuerdo, el farolito sacapuntas que funciona mal esta en mi mochila, pesco mi mochila, pero estoy buscando el otro, el que esta bueno, el que es de metal y no emula ningún aparato de iluminación en miniatura. No esta por ninguna parte. Encuentro el farolito y espero que como el lápiz es bueno no se va a quebrar cincuenta veces cuando llegue a la parte que importa. Falso, el estúpido aparatito no funciona y rompe la punta. Con una vez es suficiente. Lanzo lejos el farolito y salta el cristal y un pedazo de metal. Lo rompí. Lo tengo como hace mil años, me importa un coño, la guevá no sirve, me rompe los lápices y al pico con el puto farolito. Me enajeno buscando el sacapuntas de metal, clásico sin aspavientos, trajino por todas partes, mi disimulado orden precario en el exceso barroco de objetos, papeles recuerdos me enfurece como nunca, para que mierda guardo tanta guevá. Finalmente encuentro el clásico, en el lugar en el que intuitivamente sabía que estaba, debajo de los papeles, lejos de la vista. Le saco punta al lápiz. Perfecto. Tengo otro y le saco al otro. Miro los restos del farolito en el suelo y pienso en tirarlo a la basura, pero luego lo miro y ladeo la cabeza, pensando que es un farol chiquitito, filo con que sea un sacapuntas. Lo tomo y le vuelvo a colocar el cristal encajando y el pedazo de metal. AAAh esto se coloca aquí, vuelvo a ladear la cabeza mientras lo pongo en el desorden de papeles. Ordeno un poco y cierro el escritorio falso donde tengo algunas cosas de escribir y leer. Respiro. No estoy más calmada, solo más triste, más sensible, más conciente de que en realidad todo es tristeza o rabia acumulada de todo el mes. Se viene la luna y las hormonas entraron al giro de llorar y patalear por todo. Bien. Filo. Igual ahora se donde encontrar el sacapuntas bueno, el de metal, el clásico.