... y tu que eres papel volcado para la ausencia
Claro, de pronto ese es el poder al que todos aspiramos. Decir el nombre del libro que cambio tu vida –si es que eso es realmente posible-, para luego desentenderse de la fijación prestada y la consecuente posibilidad de que un gusto se aleje tanto de ti, que nada quede de esa intención primera. Nada puedes hacer con esas palabras, esos gustos. La vaguedad de un apasionamiento momentáneo, cuando sabes que en el futuro habrán otros libros, otros nombres que aducirán de mejor manera lo que te has hecho a ti mismo, en lo que te has convertido. Por que, sí, sí, sí. Tienes que reconocer tu responsabilidad en el acomodamiento, en esa prefiguración de ti misma en el acto siempre narcisista que es moldearse a uno mismo, para llegar a la perfección, para llegar a algo que distinga tu obra de todas las demás. Y entonces eres una obra ambulante, la expectativa constante de lo que quieres decir, la importancia absoluta que ha adquirido la imagen en virtud de la autoconciencia bajo los sellos de la competitividad. Quien es más, quien es menos. No puedo dejar de pensar en mi reflexión mientras camino. Re-flexión, la naturaleza del espejo a cada paso, a cada instante en cada vitrina y lo que eso trae para mi, si logro seducirme con cada gesto y no volver a olvidar la posibilidad de siempre estar a ambos lados de la pulsión. Jugando con la imagen de mi placer, mientras rehuyo las posibilidades. Cuan satisfecha, insatisfecha estoy con lo que hago. Es allí cuando pienso en el poder de decir un nombre para generar una genealogía de mi propia pulsión ante una cierta lectura. No solo es que el libro que he señalado se convierta en un best seller o aún aumente sus ventas sustancialmente, sino la noción de que de pronto existe un placer previo, una obsesión que antecede y que lleva al acechamiento, a la persecución, a la necesidad de poseer un libro para poder acceder a la pasión de un personaje. Un poco tocar, oler sentir, aspirar a una situación de convergencia con un ser ficticio. Yo leí ese mismo libro, quizás no cambio mi vida, pero definitivamente me hace alguien diferente, puedo decir que estuve en el mismo lugar, mi mente estuvo en blanco y habite los mismos lugares las mismas cosas.
Pero también significa poder discrepar. Me gusto a mi tanto como a ella? Quizás sí , quizás no. Es también una muestra de compatibilidades. Confío en su criterio? Podré tomar en cuenta sus recomendaciones para el futuro? Me desilusionare? Habrá un aumento y luego una locura desde donde calificar una instancia de sufrimiento prolongado, a propósito de la inexistencia del objeto de mi deseo. Tal como la invención de Morel, la ficción en cine o aún en televisión, es eso. Imposible de evolucionar, la mentira es estática y los personajes se agotan en un gesto. Así también funciona el amor en la memoria, un agotable recurso de insatisfacciones, sin actualizaciones para la fantasía, el amor –la obsesión- se agota, o eso debería suceder, o eso simplemente sucede.